Foto de Internet/ Dale me gusta si apoyas a Carmen Aristegui
En los deudos de las siete víctimas mortales que dejó el reciente terremoto en este pueblo zapoteco, no hay consuelo, menos en Don Gregorio Juan Martínez, por no haber podido rescatar con vida a su hijo y así él fuera quien lo enterrara, como reza la frase del célebre griego Heródoto.
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En una habitación del fondo de la vivienda, dormía en una hamaca su hijo Lorenzo Juan Martínez, mientras él y su esposa lo hacían en unos catres en el corredor.
“Cuando pasó el temblor, se cayó la casa, mi hijo quedó adentro; a mí se me vino encima la teja y un morillo en la cabeza, ya no podía andar por mi rodilla, aunque después me pude levantar y con la ayuda de otro hijo, como pudimos sacamos a mi esposa Carmen.
“Cuando pasó el temblor, se cayó la casa, mi hijo quedó adentro; a mí se me vino encima la teja y un morillo en la cabeza, ya no podía andar por mi rodilla, aunque después me pude levantar y con la ayuda de otro hijo, como pudimos sacamos a mi esposa Carmen.
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Quisimos sacar a mi otro hijo, pero ya no se pudo, tampoco pude hablar con él; eso me duele. Gracias a Dios salí vivo pues, pero no mi hijo”, narró.
Con información de denunciasmx.com Y nvinoticias.com
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