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Si salgo de ésta le voy a dar gracias y a llevarle estas flores a la Virgen de la Lomita de Culiacán”, fue lo que pensó al momento del ataque, el profesor que sobrevivió al atentado en que tres de sus compañeros murieron, la tarde de ayer en la zona serrana de Concordia.
Dijo que al llegar al poblado de La Petaca, se detuvieron unos minutos para comprar unas flores de alcatraz, ya que tenían la costumbre de comprarlas para llevarlas a sus familias, pero ahora dijo, las llevará a la Virgen de La Lomita por haberlo protegido.
El docente mencionó que él iba en el asiento trasero de la camioneta Mountaineer, y unos kilómetros adelante de La Petaca solo escuchó disparos, por lo que se tiró al piso de la unidad para protegerse de la lluvia de balas.
Dijo que al llegar al poblado de La Petaca, se detuvieron unos minutos para comprar unas flores de alcatraz, ya que tenían la costumbre de comprarlas para llevarlas a sus familias, pero ahora dijo, las llevará a la Virgen de La Lomita por haberlo protegido.
El docente mencionó que él iba en el asiento trasero de la camioneta Mountaineer, y unos kilómetros adelante de La Petaca solo escuchó disparos, por lo que se tiró al piso de la unidad para protegerse de la lluvia de balas.
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“No supe lo que pasó, solo escuché balazos y me tiré al piso, es lo que hice, venía atrás y me hice concha, me hice concha, y solo sentía los vidrios por todos lados, no vi a nadie, tuve miedo y no quise saber de nada y me salí de la camioneta hasta que llegaron los soldados”, mencionó, aún con el miedo reflejado en su rostro.
Explicó que duró más de una hora adentro de la unidad, junto al cuerpo sin vida de uno de sus compañeros, ya que temía que los delincuentes regresaran y lo asesinaran al igual que los otros docentes. “Pasaban carros y motos y nomás escuchaba ruidos, pero no sabía quién era y decía ‘para qué me muevo’, solo pensé “ya la hice, ya la hice’ y me salí hasta que llegaron los soldados y me sentí seguro”.
Explicó que duró más de una hora adentro de la unidad, junto al cuerpo sin vida de uno de sus compañeros, ya que temía que los delincuentes regresaran y lo asesinaran al igual que los otros docentes. “Pasaban carros y motos y nomás escuchaba ruidos, pero no sabía quién era y decía ‘para qué me muevo’, solo pensé “ya la hice, ya la hice’ y me salí hasta que llegaron los soldados y me sentí seguro”.
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Fue más de una hora las que el profesor pasó junto a los cuerpos sin vida de sus compañeros, y tras salir de la unidad dio gracias a Dios, por haber salido sin ningún rasguño, de la lluvia de balas que acabó con la vida de los tres profesores.
Con información de www.sinembargo.mx
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