Nuestro Ejército Mexicano es intolerante y asesino.

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Nuestro Ejército Mexicano es intolerante y asesino.

Foto de Internet
Los discursos del presidente de la República, son derrumbados una y otra vez por organizaciones y medios de comunicación internacionales, quienes observan con gran preocupación la crisis que se vive a lo largo y ancho del país. 

 Han sido decenas de ocasiones, en que Enrique Peña Nieto, se expande en elogios a las fuerzas armadas, señalando que estas han sido parte fundamental para la lucha contra el crimen organizado. Esa afirmación es sumamente cuestionable, ante el poder avasallador del narcotráfico.

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Lo que casi nunca dice el mandatario federal, es la manera en cómo actúa el Ejército Mexicano para poder “salvaguardar” la seguridad de la nación. Esta “protección”, conlleva la muerte de cientos de inocentes, que su único pecado fue estar en el momento equivocado.

 Según un reporte del diario The New York Times –el más importante e influyente del mundo-, el Ejército Mexicano es una máquina asesina, pues por cada soldado herido, ellos matan a ocho personas. La Marina no se queda atrás: por cada integrante herido, ellos ejecutan a 30 personas.

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The New York Times, resaltó el informe de la la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), donde se evidencia al gobierno mexicano como un claro violador de los derechos humanos. En este aspecto, sobresalieron los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa. 

 La información del diario estadounidense, se suma a las innumerables denuncias que pesan contra el Ejército y la Marina de México. Hace unas semanas, un video sacudió a todos los sectores del país; en el material, se observa cómo elementos del Ejército y la Policía Federal, torturan a una mujer hasta dejarla inconsciente. 

 De esta manera, The New York Times, vuelve a poner en tela de juicio la política de derechos humanos del presidente Enrique Peña Nieto, quien desde su época de gobernador del Estado de México, dio a conocer su lado intolerante, resaltando el caso de represión en la comunidad de San Salvador Atenco.

Fuente: Política y Estilo

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